La media naranja: en realidad somos distintos, pero complementarios.
Dicen los libros de historia que esta expresión tiene su origen en la antigua mitología griega. La historia cuenta que Zeus lanzó un rayo y partió en dos a los “hombres naranja”, condenándolos a vagar por el mundo en busca de “su otra mitad”.
Desde entonces, la literatura y el cine (Disney) nos han contado que el amor consiste en encontrar a quien nos complete. Esa fuerza de atracción que se siente en el cuerpo como una reacción físico-química: Oxitocina, dopamina y adrenalina… hormonas que nos hacen !sentir vivos!.
La atracción ocurre no porque estemos incompletos, sino porque reconocemos en el otro un polo que enciende nuestra propia hoguera. Aquí algunos ejemplos simples que nos recuerdan cómo los polos crean chispa:
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Corazón y complementaridad. Late porque combina sístole y diástole; igual que en la pareja, los opuestos (introvertido/extrovertida, soñador/práctica) generan vida.
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El hogar como encuentro. Es donde conviven caos y orden: lo íntimo y lo cotidiano, lo tuyo y lo mío que se vuelven lo nuestro.
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La hoguera. El fuego se sostiene con leña y con oxígeno: Como las relaciones que equilibran actos amorosos y espacios individuales.
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Orden y desorden. El orden da paz; el desorden, vida. Un pocillo fuera de lugar recuerda que se habita, y un rincón organizado da calma.
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Quietud y movimiento. Leer en silencio o caminar juntos; descansar o crear. Ambos polos sostienen la chispa.
Aceptar estas polaridades no significa que alguien nos complete, sino que nos complementa. Y ahí, justamente, aparece el calor de las relaciones: con amigos, pareja y familia.
Este mes queremos invitarte a honrar esas polaridades que hacen que la vida compartida tenga chispa.